Estamos en crisis. Todos. Desde Afganhistan hasta Murcia. Desde hace tiempo y para largo. Administraciones y Empresas. Suenan las alarmas: las PYMES (95% del tejido industrial de España) se quedan sin pólizas de crédito o préstamos para financiar el pan nuestro de cada día: el circulante, amigos, que ya nos gustaría a todos ser Carrefour, pero la mayoría pagan antes de cobrar.

Los bancos aprietan el culo (permítaseme la expresión, pero es que los bancos últimamente me caen un poco mal), así que el fondo de rotación de las PYMES, como decimos en Galicia, se va al carallo. Las PYMES tienen varias opciones:

  1. Comprar más barato o ampliar los plazos de pago (ya..)
  2. Vender más caro o ganar más a cada venta (claro…)
  3. No pagar a sus acreedores, creando una bola de nieve de aquí te espero.
  4. Reducir costes rápido y mal para reducir las necesidades de fondo de rotación.

Desgraciadamente el 90% del 95% acaban eligiendo la puerta 4: lo que en las Escuelas de Negocios se llama «Aprieting the cinturoning». Esta técnica consiste en:

  1. Echar a los que cobran más pero están temporales.
  2. No subir ni el IPC a los demás.
  3. No invertir ni en portalápices, ya no digamos tecnologías (tecno qué?)
  4. Sacar un listado del Grupo 6 y mirar hasta el gasto en papel de baño para intentar recortar como sea.

Como resultado de esta técnica, las PYMES descubren:

  1. Que nadie antes había sacado un listado del grupo 6 (grupo qué?)
  2. Que después de analizarlo, aproximadamente el 25% del gasto total es perfectamente prescindible.
  3. Que el 75% restante se puede mejorar negociando o buscando alternativas.
  4. Que a partir de ahora, han encargado a alguien que haga ese análisis mensualmente.
  5. Que no es necesario llevar a los clientes a comer a sitios tan caros.

Y digo yo: ¿Ese análisis no se debería de hacer siempre, con crisis o sin ella? Si en la PYME española ocurre, elevad la chorrada de análisis a nivel de Ministerio, o multinacional. Miedo me da pensar el margen de mejora y sobre todo el de derroche.

En todo ello subyace (no se me sulfuren, hay excepciones) un mal endémico de este país. Cuando las cosas van bien, no miramos el bolsillo, pero cuando van mal…resultado: la dolorosa puerta 4, que genera muchos parados cada día.

1 Comentario. Dejar nuevo

  • Real como la vida misma. A mi me ha ocurrido. La puerta cuatro es la salida más fácil y además te permite sacar a paseo toda la mala leche acumulada por la mala gestión (del jefe), contra todas aquellos que no tiene culpa de nada (han hecho lo que les han dejado). Pero desgraciadamente, no hay muchas alternativas, como señalas en tu nota. ¿Que tal la agrupación de empresas, el cooperativismo, las utes, la venta pura y dura, la búsqueda de sinergias con otros operadores del mercado, algo en definitiva más institucional y menos parche individual?. Una cosa es cierta, como decía un amigo mio: «Intelectus apretatus discurre que rabia» O sa, en tiempos de crisis hay que usar el magín.

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